EIKŌ AI

La luz no solo ilumina— se posa, se desplaza, recuerda. En esta colección, la luz se convierte en un lenguaje, un hilo invisible entre el pasado y el presente, entre el movimiento y la pausa, entre lo visible y lo que apenas se intuye.

Ecos de la Luz no busca la precisión, sino la percepción. Es un intento de capturar esos instantes en que la luz roza una superficie y deja algo atrás: una emoción, una sensación, un eco.

Inspirada no en la pintura como referencia directa, sino como emoción latente, esta colección explora la luz como un tiempo líquido. Que fluye entre estilos, que conecta lo masculino y lo femenino, lo antiguo y lo contemporáneo, lo pulido y lo crudo. Aquí, los opuestos no se enfrentan— se abrazan.
Las prendas están construidas en materiales sinceros: linos con textura, algodones naturales, sedas lavadas, capas translúcidas que no ocultan el cuerpo, sino que lo dejan respirar. Nada es perfectamente simétrico. Las líneas son suaves, los cortes relajados, los detalles levemente desviados. Un estampado puede sugerir una flor— o el recuerdo de una. Una raya puede contener estructura— o permitir que se disuelva. Los patchworks no corrigen sus imperfecciones; las celebran como parte de su vida.
La paleta es introspectiva, casi emocional: blancos que respiran, durazno empolvado, nude, menta deslavada, pasteles apagados. Tonos que no dominan, sino que reflejan estados de ánimo, luz, silencio.

Ecos de la Luz no intenta capturar la belleza. La deja moverse, cambiar, contradecirse. No pide ser explicada— solo sentida. Como la luz. Como un recuerdo. Como el arte, quizás… si el arte pudiera respirar.